Las Regiones Polares tienen una relevancia esencial en el equilibrio del clima global. Debido a sus características de islamiento geográfico, la dificultad
de acceso y su gran superficie, los satélites de Observación de la Tierra son particularmente adecuados para el estudio y la monitorización de sus parámetros medioambientales. Entre estos parámetros la evolución del grosor y la extensión de los hielos polares son de capital importancia para entender los fenómenos asociados al cambio climático dada su influencia en el control de la temperatura terrestre, en las corrientes marinas o en la fluctuación del nivel del mar.
Los esfuerzos por cumplir los acuerdos internacionales para limitar el aumento de la temperatura global son clave para el mantenimiento de las condiciones de los Polos y, por lo tanto, para controlar los efectos del cambio climático.
En este sentido la recuperación progresiva de la capa de ozono es una muestra de lo que pueden conseguir dichos acuerdos cuando se implantan globalmente. La ESA monitoriza la capa de ozono desde hace más de veinte años y las predicciones actuales nos indican que veremos su recuperación total en las próximas décadas terminando con la recuperación en las Regiones Polares en los 2060.
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El mapa está centrado en la región Antártica. Las áreas de color amarillo, naranja
y rojo representan valores de ozono altos, mientras que las zonas verdes y azules
muestran valores bajos.
Velocidad del hielo antártico
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La imagen muestra las distintas velocidades de flujo de los glaciares hacia el océano entre 1996 y 2016. Investigaciones recientes indican que los glaciares en la región de Getz (dentro del rectángulo negro) están acelerando su flujo hacia el mar.
Extensión del Permafrost en el Hemisferio Norte
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Los mapas producidos por la Iniciativa del Cambio Climático de la ESA proporcionan nueva información sobre la descongelación del permafrost en el hemisferio norte. La imagen muestra la extensión de permafrost en 2003 comparada con la de 2017.
El hielo de océano Ártico se “atlantifica”
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El estudio combinado de datos procedentes de Cryosat y de SMOS permite comparar el grosor del hielo del mar de abril del 2021 con el valor promedio del mismo mes de los años 2011-2020.