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Cristina Garmendia – PROESPACIO
viernes, 22 noviembre 2024

Qué nos hace falta para innovar más.
¿Se trata de un problema de inversión?

Más inversión es necesaria, pero no es suficiente para provocar los cambios que nuestro sistema de ciencia e innovación necesita. Esa inversión necesita venir acompañada con una estrategia que sea capaz de priorizar proyectos y de desarrollar instrumentos pendientes en nuestro sistema.
Por ejemplo, aquellos que tienen que ver con la carrera científica de los investigadores o la capacidad para promover la cooperación público-privada. Para innovar más, es necesario invertir en formación, en innovación, en cambios de cultura y en procesos.
Además de reconstruir nuestras capacidades tecno-científicas, que estaban muy tocadas tras una década de recortes, tenemos que hacer un análisis muy profundo de las debilidades mostradas en estos tres ámbitos: educativo, sanitario e industrial.
Debilidades que siempre tienen como denominador común la subinversión en capital humano y tecnológico, en estrategia, en datos, en conocimiento… Todos esos activos configuran la economía intangible. Si hubiéramos apostado históricamente por esos activos intangibles, como hacen las economías líderes, los profesionales sanitarios y educativos habrían tenido más herramientas y más competencias para responder a la crisis actual; nuestras industrias habrían podido ofrecer una respuesta más ágil y eficiente a los tremendos desafíos que nos ha tocado vivir.
Más inversión es necesaria, pero no es suficiente para provocar los cambios que nuestro sistema de ciencia e innovación necesita”
Esta lección también deberíamos tenerla muy presente en la gestión de los fondos europeos. Las grandes transiciones digital y ecológica que vivimos tienen que ir acompañadas de una transición, en los flujos de inversión, hacia una economía más intangible. Si no, no serán viables y como mínimo ineficientes, porque las infraestructuras, los equipos y otros bienes materiales, por sí solos, no transforman nada.
El sector espacial es uno de los más intensivos en esta materia. ¿Cree que la sociedad española es consciente del valor que tiene esta aportación?
No lo suficiente. El espacio es un sector estratégico que en estos momentos tiene un gran protagonismo en la soberanía de las naciones.
España como socio fundador en la Agencia Europea del Espacio (ESA), tiene una implicación cada vez más profunda en las misiones de la ESA que, sin duda, está impactando en el desarrollo científico y tecnológico español; no obstante, aunque tenemos importantes infraestructuras en estaciones de seguimiento, instalaciones y centros de I+D+i, seguimos sin otorgarle la prioridad que requiere, una Estrategia y una Ley del Espacio, aunque me consta que se está trabajando en ello.

En ese sentido me parece muy relevante el impacto que está generando la tendencia del New Space en España, con empresas protagonistas de importantes misiones, que con su aporte completan la importante capacidad que la industria espacial española ha desarrollado en las últimas décadas.

Cristina Garmendia

Esta nueva aproximación, en línea con tendencias globales, están dotando al país de capacidades de diseño, fabricación y puesta en órbita de satélites e instrumentos, recursos y activos de vanguardia, y poniendo España en una posición de liderazgo a nivel europeo y global.

Quisiera destacar, además, que estas nuevas capacidades se están desarrollando con una capilaridad territorial, que pone en valor el desarrollo de las distintas regiones en esta industria de vanguardia, brindando oportunidades al talento local/regional, minimizando así las conocidas migraciones internas a los centros industriales tradicionales.
Comenzó su carrera como investigadora y trabajó en un buen número de compañías antes de poner en marcha su propia empresa de biotecnología, Genetrix. ¿Hay que pensárselo bien antes de lanzar un proyecto propio como este en España?
España ha avanzado mucho y bien en el ámbito del emprendimiento empresarial, y afortunadamente una de las mayores transformaciones que es la cultural, se está produciendo.
Creo que hay un sentimiento social cada vez más positivo sobre la necesidad de más y mejores empresas para sostener nuestro estado de bienestar. Es cierto que hace dos décadas emprender en España era un acto de heroicidad, seguimos siendo una potencia científica, pero, además, a lo largo de estos años nos hemos dotado de infraestructuras alrededor de los parques científicos y tecnológicos, se han desarrollado instrumentos adecuados de políticas públicas, contamos con recursos financieros especialistas provenientes de capital riesgo público y privado y contamos con talento científico y gestor.
Ahora el reto es fortalecer la colaboración público-privada sin ambages, mostrando a la sociedad que es la única manera de avanzar rápido y avanzar bien, incorporando las posibilidades que la tecnología nos ofrece y potenciando nuestra dimensión humana.
Pocos saben que además ha fundado una empresa de microsatélites, Satlantis Microsats. ¿Qué le llevó a tomar este camino?
No sé si los emprendedores nacen o se hacen, seguramente somos muy distintos. Lo que si puedo decir es que ante unos resultados científico-tecnológicos únicos que tuve la oportunidad de conocer, desarrollados por una persona tan espectacular como el Profesor Rafael Guzmán de la Universidad de Florida, resulta casi imposible no tratar de ponerlos al servicio de la sociedad a través de un proyecto empresarial.
Así es como nació Satlantis, un sueño que comenzó en un viaje a Florida en el año 2012: desarrollar y volar un instrumento para observación de la tierra con una tecnología única proveniente de la astrofísica. Ocho años después el sueño se ha hecho realidad con nuestra primera misión con la agencia japonesa JAXA en mayo de 2020.
A partir de la biotecnología espacial el ser humano podrá llegar más lejos en el espacio”
¿Y cómo se transforma un sueño en una realidad empresarial? Con el mejor equipo liderado por el consejero delegado Juan Tomás Hernani, un fuerte apoyo institucional del Gobierno de España, Gobierno Vasco y Diputación Foral de Vizcaya y unos inversores de referencia y de largo plazo que además de buscar una rentabilidad financiera, defienden potenciar las capacidades industriales en nuestro país.
La biotecnología será clave para que podamos realizar viajes interplanetarios y llegar a Marte, por ejemplo. ¿Cuál es el paso que nos falta dar para abrir esta puerta?
Mas que la clave, la frase sería que a partir de la biotecnología espacial el ser humano podrá llegar más lejos en el espacio. Es uno de los campos importantes, ya que permitiría la autonomía de las misiones, y la optimización de algunos procesos, que hoy están bajo estudio en los laboratorios de la Estación Espacial Internacional.
Dichos estudios se enfocan en conseguir la capacidad de poder cultivar en el espacio, que garantiza la generación de alimentos y oxígeno, mientras absorben dióxido de carbono. Igualmente, las plantas pueden purificar el agua de la transpiración, y las plantas pueden proporcionar beneficios psicológicos positivos.
De manera similar, se está estudiando como el ambiente espacial afecta a nuestra biología, a nivel óseo y hasta molecular, con resultados que benefician el ámbito de la medicina espacial. Agua, alimentos y oxigeno son los elementos que en definitiva permitirán al ser humano viajar hacia otros planetas, y la biotecnología representa un punto de partida fundamental. No obstante, son muchos los retos a los que enfrentarse antes de poder dar el salto.
¿Qué recuerdo guarda de su paso por la política como ministra de ciencia e innovación?

Mi etapa en política la recuerdo con mucho cariño,con un profundo agradecimiento hacia quienes me acompañaron en la tarea y también hacia quienes confiaron en mí y me apoyaron.

Fueron unos años muy enriquecedores e intensos, -en los que aprendí mucho- , aportamos iniciativas que gozaron del consenso político y que hoy son realidades consolidadas.
Uno de los pilares de cualquier economía avanzada es precisamente la innovación. ¿Por qué cree que no se apuesta por ella de forma más decidida si los beneficios sociales son tan claros y es además una de las inversiones más rentables?
La pandemia nos ha hecho valorar, de manera dramática, la importancia que tiene el conocimiento científico para resolver los problemas actuales. Nos ha permitido echar de menos el conocimiento que hubiéramos debido generar hace diez o veinte años para evitar muchos de esos mismos problemas y para no depender tanto del conocimiento que atesoran otros países.
La pandemia ha servido para que la ciencia española reciba por fin el incremento presupuestario que venía demandando durante una década de abandono. Es paradójico, pero se puede decir que en España ha sido el virus el que ha salvado a la ciencia y no la ciencia la que nos ha salvado del virus. Por fin asistimos a un punto de inflexión presupuestario que no será suficiente si queremos potenciar una economía basada en el conocimiento.
Necesitaremos nuevos instrumentos de políticas públicas más flexibles y adaptados a las necesidades del momento que nos permitan competir en un entorno tan globalizado y unos Organismos Públicos de Investigación y Universidades que cuenten con una regulación que les permita operar de una manera más eficiente y autónoma.
¿El plan de recuperación impulsado por la Unión Europea y los fondos Next Generation EU es la oportunidad que estábamos esperando?
Es, sin duda, una oportunidad única. España es junto a Italia el principal receptor de estos fondos sin precedentes en la historia de la UE. También es –pese a la impresión de retraso que percibimos, por la alta expectación generada- el país que está implementándolos con más rapidez y, de hecho, el primero en haber recibido el primer desembolso.
Por las temáticas que cubren, son una gran oportunidad en un triple sentido. Por un lado, para apalancar inversiones empresariales en I+D, digitalización y sostenibilidad. Y por otro, para modernizar las administraciones públicas. Ambos son aspectos que se están estancando. Pero yo incidiría en el tercer sentido: recapitalizar e impulsar el sistema de I+D, en la medida en que también hay muchas inversiones para universidades, centros de I+D y centros tecnológicos. Tanto directas como en proyectos en colaboración con empresas.
Ha asesorado a la Comisión Europea como miembro del Grupo de Alto Nivel aportando sus recomendaciones al diseño del IX Programa Marco Horizonte Europa 2021-2027. ¿Dónde cree que debe posicionarse Europa y cómo encaja España en este plan?
Uno de los problemas a los que nos enfrentamos es, hasta cierto punto, la pérdida de una visión compartida. En este sentido considero muy interesante el planteamiento del excomisario Moedas, inspirado por la economista Mariana Mazzucatto: la necesidad de definir grandes misiones europeas de innovación, que consigan involucrar a la ciudadanía, a la empresa, a las instituciones, al sistema científico.
Hablamos de avanzar hacia ciudades neutras en carbono, de comprometernos con reducir el impacto del cáncer, o de adaptarnos al cambio climático. Son banderas que pueden unir a la inmensa mayoría de los europeos y en particular a los más jóvenes, además movilizar de forma más eficiente nuestras capacidades científicas y tecnológicas.
La pandemia nos ha hecho valorar, de manera dramática, la importancia que tiene el conocimiento científico para resolver los problemas actuales”
España viene mejorando de forma sostenida su participación en los programas marco de investigación e innovación desde hace aproximadamente 15 años. Estoy convencida de que seguirá haciéndolos en este nuevo programa.
Uno de los grandes desafíos del siglo XXI es la lucha contra el cambio climático. ¿Qué papel juega la tecnología para frenar el proceso?
Si algo caracteriza a la Cuarta Revolución Industrial es la confluencia de disciplinas hasta ahora independientes, como la física, la biología y la informática.
Es muy probable que las tecnologías del futuro ya estén entre nosotros y que lo que nos queda por ver es cómo se combinan entre sí y desarrollan todo su potencial para luchar no solo contra el cambio climático, si no con los posibles retos que se presenten.
A mi juicio lo más interesante del futuro no es la tecnología que nos depare, por mucho que siga desbordando nuestra imaginación, sino lo que hagamos con ella, la manera en que transforme nuestras vidas, nuestra sociedad y nuestra economía. Ese es el mayor reto que tenemos por delante. Conseguir que la tecnología transforme nuestro mundo para mejor, para el beneficio de todos.
Pese a todo el trabajo que se ha hecho en los últimos años, el porcentaje de mujeres que escoge carreras científico-tecnológicas no termina de igualarse. ¿Qué debemos hacer para atraerlas y poder incorporar este talento?

Vivimos en una sociedad que, a pesar de haber logrado avances, sigue siendo culturalmente machista, llena de sesgos, y lógicamente eso también afecta a las jóvenes a la hora de elegir carrera.

Si educáramos a nuestros niños y niñas en igualdad, no haría falta despertar vocaciones científicas en las mujeres ni de otro tipo en los hombres, pero como no es así, o por lo menos no es así de forma mayoritaria, es necesario adoptar medidas correctoras, porque la sociedad no se puede permitir renunciar a la mitad del talento disponible en cualquier área de conocimiento por razones de género.
Cuando repasa su trayectoria siempre recuerda a su mentora, la investigadora Margarita Sala, con la que trabajó en el Centro Nacional de Biología Molecular Severo Ochoa. ¿Cuáles son los valores que le inculcó?
Margarita Salas ha sido mi maestra, mi amiga, mi socia y un referente para mí en muchos ámbitos. Solo puedo decir que el impacto de Margarita en mi vida ha sido enorme ya que tuve el privilegio de inspirarme en su pasión por la ciencia, su rigor, capacidad de trabajo y su compromiso con la sociedad.
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