El transporte espacial atraviesa un proceso de metamorfosis. La demanda de servicios de lanzamiento crece exponencialmente en todo el mundo y, sin embargo, Europa está muy lejos de poder absorberla. Por primera vez en más de 40 años, nos enfrentamos a un posible escenario de nula capacidad europea de acceso al Espacio. No son buenas noticias para nadie. Este futuro incierto requiere decisiones firmes y pide a gritos un cambio del sistema que ha dominado a este lado del Atlántico desde sus orígenes.
Durante la Cumbre del Espacio del pasado mes de noviembre se firmaron los primeros acuerdos que ponen de manifiesto esa ‘intención’ de empezar a caminar hacia un modelo en el que Estados Unidos nos lleva más de una década de ventaja. Más allá de cerrarse los ‘grandes pactos’ para asegurar la inmediata capacidad de acceso de Europa al espacio, vivimos un punto de inflexión en el rol de la financiación entre las agencias internacionales y una capacidad creciente de las agencias nacionales con programas de amplio espectro.
Se ha puesto de manifiesto que el consumo de medios en lanzadores no se ha guiado por criterios enfocados en la competitividad. Esta estructura que funcionó en el pasado choca con el dinamismo de una gran parte de las nuevas empresas del sector que, pese a haber tenido que buscar fondos fuera de la estructura tradicional, han podido reaccionar a los imprevistos propios de una industria en transformación y moverse con una velocidad que jamás podrían haber alcanzado dentro del propio sistema.
La realidad es que el problema nos trae una excusa perfecta y Sevilla fue el escenario elegido para dar ese giro al modus operandi del transporte espacial europeo tradicional. La Agencia Espacial Europea (ESA) demostró públicamente su confianza en las empresas de pequeños lanzadores como agentes esenciales en la flexibilización de un modelo que no responde a las necesidades de los clientes. Es de agradecer que se tenga en cuenta a los nuevos actores del sector para complementar la oferta de la ESA con otro tipo de lanzador. Y en este nuevo contexto, España va a tener una oportunidad.
PLD Space va a competir en el reto europeo a través de un lanzador diseñado, desarrollado y fabricado por completo en nuestro país. El exitoso vuelo de prueba de nuestro demostrador MIURA 1 pone de manifiesto que somos capaces de hacerlo y, especialmente destacable, hacerlo ajustándonos a los costes que el mercado demanda.
Pero si queremos que España desempeñe un papel protagonista, y no de simple espectador, en este paradigma, es crítico que se implante la actual estrategia nacional de espacio. Es indudable que el Espacio va a transformar la forma en la que operan las cadenas de valor de todas las industrias, con un impacto equivalente al que ocurrió con internet en los años 90. La creación y puesta en marcha de la Agencia Espacial Española implica un importante avance, pero ahora necesitamos una hoja de ruta de país que permita a España participar en este exclusivo orden mundial.
Tenemos lo más importante: una primera tecnología que ha demostrado su capacidad para dar ese anhelado acceso al espacio, tenemos la capacidad de sentarnos a la mesa con las grandes potencias mundiales y comercializar nuestro sistema. No podemos perder este tren. Es el momento de empezar de nuevo.
En España tenemos la suerte de contar con otros pilares muy competitivos que pueden sustentar esta estrategia del espacio y, juntos, llevarla al éxito. Contamos con talento de altísimo nivel, centros académicos y de investigación de referencia internacional y una industria sólida con una gran capacidad de competir internacionalmente. Cuando todo este ecosistema trabaje de la mano y cuente con el apoyo de las instituciones y administraciones, podrá ser capaz de alcanzar el éxito en un sector tan complejo como es el espacial.
Este proceso de reconversión es intrínseco a PLD Space. Durante nuestros 12 años de historia, hemos aprendido a adaptarnos, a pivotar, a probar y fallar, a seguir intentándolo. Ahora nos toca hacerlo de nuevo. El lanzamiento de MIURA 1 nos ha ayudado a obtener información muy valiosa para retroalimentar el modelo de nuestro cohete orbital, MIURA 5.
Nuestro reto ahora consiste en construir y establecer una cadena de aprovisionamiento que nos permita avanzar en la creación de una industria de producción de lanzadores espaciales. Una apuesta que pasa por la integración vertical y que nos lleva a desarrollar hasta a nivel de componentes algunos elementos que antes subcontratábamos, solo así podemos garantizar una capacidad de lanzamiento autónoma sin depender de terceros. Es el momento de empezar de nuevo, para todos.